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Por: Julia Thomas
Históricamente, el territorio latinoamericano ha sido un espacio en donde la lucha por la autonomía y plena libertad de los valores culturales propios ha estado, durante un largo tiempo, estancada; producto de la fuerte presencia del patrón cultural occidental.
No obstante, el esfuerzo de las regiones por ir autenticando y dando a conocer sus propias prácticas culturales, comenzó a resurgir y a tener más fuerza y vigencia en este último siglo.
Es en este marco, que la idea de “justicia cultural” está enfocada a dar vuelta esas diferencias culturales siempre inmiscuidas en la sociedad y a ir sacudiendo la naturalización existente de las desigualdades en América Latina.
Como latinoamericanos nuestras historias reclaman, de cierta manera, la construcción colectiva de una cultura de la justicia y de igualdad de derechos. Y esto implica pensar que las heterogeneidades constitutivas, esbozadas por los teóricos clásicos, como estos “obstáculos culturales al desarrollo”, representan en realidad, la base para responder preguntas respecto de quiénes somos y que podemos construir. En este contexto es que cada sociedad ha ido, progresivamente, creando espacios con un concepto de “cultura” acorde a su idiosincrasia y realidad sociopolítica.
La acción diaria comprometida con la construcción de un “nosotros” inclusivo, con ideas de mejoramiento de la calidad de vida y de difusión y promoción de los rasgos identitarios, ha permitido la instalación de múltiples centros culturales a lo largo y ancho del continente.
En esta línea resulta interesante mencionar la microhistoria del barrio “Meridiano V” de la ciudad de La Plata. En 1910, se inauguraron allí los primeros cien kilómetros de vías, por esto el Ferrocarril Provincial “La Plata al Meridiano V” fue uno de los medios de transporte más importante para la Provincia de BsAs. De la mano del presidente Frondizi, y con el Plan Larkin mediante, en 1961 deja de funcionar el tren.
Temas como la recuperación de la memoria ferroviaria, la reactivación del espacio abandonado y la unidad barrial, fueron suficientes para que en 1998 un conjunto de vecinos decidieran nuclearse en una asociación para comenzar a dar vida al espacio. Fue tan grande la movida cultural y el esfuerzo de los integrantes del barrio y de la asociación, que el Centro Cultural “Estación Provincial”(CCEP) fue creciendo y ocupando un lugar predominante en la cultura platense.
Teniendo la cultura como piedra fundamental de la soberanía de una nación es que, desde el Centro Cultural Estación Provincial, se piensa ayudar a reconstruir un todo social. Desde este espacio se ve a la cultura como aquel conjunto complejo de los objetos que el pueblo crea, transforma, cultiva y despliega en sus distintas ramas gracias a las cuales el hombre se convierte en un ser trascendente.
Teniendo la cultura como piedra fundamental de la soberanía de una nación es que, desde el Centro Cultural Estación Provincial, se piensa ayudar a reconstruir un todo social. Desde este espacio se ve a la cultura como aquel conjunto complejo de los objetos que el pueblo crea, transforma, cultiva y despliega en sus distintas ramas gracias a las cuales el hombre se convierte en un ser trascendente.
Uno de los objetivos de máxima que tiene el centro, es integrar a todas las personas interesadas y con ganas de participar desde su autenticidad, teniendo en cuenta que sin proyección y horizonte simbólico no hay gestión que valga. Así, desde la experiencia se da un intercambio retroalimentativo entre el centro, los que allí asisten y la comunidad barrial circundante, promoviendo desde la acción, el fortalecimiento de la identidad de Meridiano V.
Para los integrantes de la comisión del centro, es en el barrio donde se genera la cultura del pueblo y las organizaciones libres, favoreciendo la formación de un sentido de pertenencia e identidad que da cuenta de una convivencia solidaria y una fusión de códigos culturales de distintos orígenes.
Es en este ciento cinco aniversario que desde el “Centro Cultural Estación Provincial” se piensa a las prácticas culturales como procesos de formación y análisis que funcionan en conjunto con la comprensión de los sucesos que atraviesan nuestro país, posibilitando un gran encuentro de intercambio, consolidación y expresión de modos de vida de un pueblo.
